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22 ene 2009

Delirious New York

Delirious New York / Rem Koolhaas
Siguiendo a pies juntillas los consejos sobre ahorro, cautela y austeridad con los que nos machacan día tras día los más importantes analistas económicos del mundo y la práctica totalidad de los medios de comunicación, decidimos pasar esta Navidad en la ciudad que nunca duerme: New York. No era la primera vez que visitábamos la ciudad entre todas las ciudades, pero siempre que uno pasea por sus calles descubre nuevas historias, nuevos rincones y nuevas dimensiones del concepto de lo urbano. 

Como dijo Koolhaas en su DelirioManhattan es una montaña de pruebas sin manifiesto. Es el paradigma vivo de la cultura de la congestión.

Vamos a soltar aquí una serie de ideas y reflexiones puntuales e inconexas sobre temas que nos llamaron la atención en nuestro viaje:

- Que NY realmente 'it´s a city that never sleeps'. Esto es una verdad like a temple. Es una ciudad con un ritmo que te deja atrás. Como correr una maratón sin haberse preparado antes. Frenéticamente continua. Sin paradas. Sin descansos. Es realmente fascinante el dinamismo que desborda por cualquiera de los infinitos rincones perpendiculares de su cuadrícula.

- Que a los negros les queda bien cualquier cosa que se pongan y nos dan envidia. Esto es un hecho constatado en cada viaje a USA. Abrigo de pieles con playeras blancas o visera de los Nicks con traje de Dolce&Gabanna. Todo vale.

- Que, al menos en Harlem, Obama es un auténtico ídolo. Existe un absoluto merchandising alrededor de su imagen que lo contamina todo. La figura del Presidente luce como si se tratase de un mesías al que el pueblo ha divinizado. Ni siquiera con Jesucristo se impuso una fe ciega como ésta por parte de los seguidores de su palabra. Oba-maría purísima, sin pecado concebido.

- Que puede ser que en general 'Yes, they can', pero sinceramente creemos que 'They don´t want'. A ver si el señor Obama abre algunas mentes para producir el milagro.

- Que las Misas Gospel de Harlem se han convertido en un zoológico turístico y han perdido totalmente la veracidad del hecho litúrgico en sí mismo para convertirse en un entretenimiento en el que se mezcla alguna verdad (ya que sigue siendo un acto religioso) con muchas mentiras (ya que es ridículo ver que únicamente un décimo de los asistentes son fieles metodistas residentes en Harlem). Un chiste para el turismo. Hace 9 años no eran así.

- Que la mujer nómada del Señor-Ito (Toyo Ito) ya no es un proyecto de predicción de comportamientos, sino el reflejo de realidades urbanas. El hombre se ha convertido en un periférico de los aparatos tecnológicos que utiliza. Un componente más donde los demás se enchufan. Ha pasado de ser el huésped a convertirse en el parásito, ya que no puede mantenerse en vida sin ellos. Ipods, NDSs, MacBooks, PDAs, PSPs, GPSs, Blackberrys, Iphones, etc. En NYC no es que veas humanos con alguno o varios de estos gadgets colgados del cuello (como ocurre en Madrid, Barcelona o Londres), sino que los llevan todos a la vez. Y nosotros no tenemos tiempo ni de jugar a la DS en nuestro trayecto casa-curro. ¿Cómo lo hacen? ¿Le sacan partido a tanta tecnología? ¿Estamos enchufados a la tecnología o ella lo está a nosotros? Are you connected to yourself?

- Que el Museo de Arte Contemporáneo de Kazuyo Sejima es muy chulo pero no hacía falta. Lo que allí se expone carece de interés y podría estar sin problema en cualquier Galería de Arte de las que exponen basura ofensiva para ricos aburridos que quieren hacer que saben de arte delante de sus demás amigos ricos. El museo es digno, curioso, blanco, con una planta de unas dimensiones ínfimas, impoluto, sencillo y con detalles interesantes. Lo mejor, la estructura, la sección con alturas diferentes en cada planta y la imagen exterior. Lo peor, el contenido que expone y que al lado del MoMa cualquier museo es prescindible.

- Que la Estatua de la Libertad es ridículamente pequeña, y el hueco que dejó el World Trace Center es terriblemente grande.

- Que tras 8 años desde que estuvimos la última vez, la gente sigue esperando más de 4 horas para visitar una Estatua a la que ya ni siquiera se puede subir. No se puede "coronar", nunca mejor dicho. Mientras tanto cerca de allí, el Ferry de Staten Island sigue saliendo cada media hora sin necesidad de esperar colas y totalmente gratis.

- Que los bomberos tienen montado un verdadero Negocio del Morbo junto al solar donde se erigió una vez el WTC, todo ello perfectamente maquillado tras la frase "Ayuda para las Viudas del Departamento de Bomberos", para que ningún moralista deje de llenar la saca con billetes.


- Que el Empire State Building es un icono del siglo XX sin necesidad de formalismos, ni florituras, ni disfraces, ni nada. Da gusto ver cómo hubo una época en que el arma de seducción de la arquitectura era la arquitectura en sí misma, y no el carnaval de complejidades innecesarias que se utilizan ahora como cortina de humo para desviar la atención de la sociedad, y que en vez de (ad)mirar el edificio, hagan lo propio con sus Creadores. King Kong supo elegir bien para mirarnos desde arriba. Qué ojo tuvo el macaco.

- Que el cuadro de Las Señoritas de Avignon es más grande de lo que imaginábamos. Es sorprendente la poca gente que había admirando este cuadro, sobre todo si lo comparamos con La Gioconda en el Louvre, iluminada continuamente por los flashes de los japoneses que se agolpan para obtener una foto que nunca mirarán. Creemos que cada obra del MoMa se podía disfrutar a pesar del gentío. Es un museo que realmente cumple su función a la perfección y tiene una escala perfecta.

- Que cualquier inmueble del Soho o del Village es el lugar perfecto para comprar un piso y montarlo a tu gusto. Es una pena que el mercado inmobiliario también se percatase del potencial de reconvertir aquellos antiguos almacenes y fábricas obsoletas en talleres, lofts y viviendas de lujo, y sean económicamente inalcanzables para todo aquel que no se apellide Trump. A nuestro juicio, ahí tenemos el modelo exacto de lo que entendemos como la vivienda perfecta. Habrá que seguir jugando al Euromillón.

- Que el amigo Koolhaas, a pesar de que consideramos que será el único arquitecto contemporáneo que pasará a la historia para unirse a nombres como Lecorbu o Mies, también es capaz de hacer una castaña como la tienda de Prada en el Soho. Por un lado, impresiona más el propio local (que es magnífico) que la intervención de Rem (hubiera estado bien ese proyecto o cualquier otro, la verdad). Y por otro lado la obra está ejecutada que da pena. Sinceramente, desmerece mucho ver unas botas de 1000€ expuestas sobre una tarima de madera astillada con los cantos irregulares, con unos encuentros que parecían desencuentros y con unas juntas que estaban de todo, menos juntas. No tenía ni color con Prada Tokyo de HdM, que nos dejó en su día con la boca abierta. Esto es una crítica, pero que quede claro que para nosotros Rem Koolhaas sigue siendo una figura única en la teoría y práctica de la arquitectura contemporánea.

- Que el ascensor de mi trabajo tarda en subir hasta la tercera planta, prácticamente lo mismo que el ascensor del Rockefeller Center tarda en subir 70 plantas. Tres hurras por el señor Elisha Otis, que permitió con su ingenioso invento que los arquitectos pudiéramos soñar con tocar el cielo mediante nuestra imaginación. Lástima que este gran invento así no fuese ingeniado por un arquitecto.

- Que Central Park es el verdadero corazón, pulmón, riñón e hígado de la ciudad. Hace que esta palpite, respire, depure y metabolice. Y es de los pocos lugares en el mundo que, pese a su incalculable valor, sigue manteniéndose intacto y no sucumbe a la voracidad de especuladores y políticos que durante todo el siglo XX han luchado para que parte de su superficie se convirtiese en suelo edificable. Es un lugar verdaderamente único, y curiosamente toda la sociedad neoyorkina coincide en ello y lo disfrutan y lo utilizan y lo desgastan... incluso en el crudo invierno. Central Park es una de las decisiones paisajísticas o arquitectónicas más radicales llevadas a cabo en la historia moderna del mundo. Y ha salido pero que muy bien.

- Que el MoMa es probablemente el mejor museo de los que hemos visitado en nuestra vida. Tanto el continente como el contenido. El continente, el museo en sí, es de los pocos museos en los que realmente lo que importa es la exposición. Estaba de gente a rebosar y en ningún momento tuvimos problema para disfrutar de cada obra. Es un edificio agradable, que no desvía la atención del visitante, con una escala expositiva perfecta, y con una distribución de contenidos que invita a valorar y a sentir el objeto expuesto. El contenido, por otro lado, es sublime. 


- Que las campanadas son más divertidas que la famosa CountDown de TimesSquare.

- Que Abercrombie & Fitch es una marca muy famosa que tiene colas que dan la vuelta a una de las manzanas de Manhattan porque los dependientes van por la tienda sin camiseta. Suponemos que las colas serían por eso, ya que es una tienda donde toda la ropa está tirada por todos los sitios más revuelta que un mercadillo, tiene un sólo espejo en todo el local, la luz es escasa y casi no se distinguen los colores de la ropa, la música está tan alta que no puedes ni hablar con nadie, y los precios son notablemente más caros que otras tiendas de ropa similar. Eso sí, todo el mundo quiere entrar para comprarse algo. Alguien debería estudiar el marketing de esta firma, porque realmente es alucinante que algo así funcione tan bien entre el público.

- Que NYC es una ciudad atemporal. Si te abstraes, lo mismo puedes imaginarte que estás en los años 40, que en los años 60 que en la época actual. Es una ciudad eterna.

- Que el Museo de Historia Natural es magnífico. Un niño lo pasaría mejor allí que en un parque de atracciones. Bien contado, perfectamente expuesto y magníficamente reproducido. Didáctico, divertido y atractivo para cualquier visitante. Lástima no haber tenido más tiempo para disfrutarlo como realmente se merecía. Quizá la próxima vez.

- Que los americanos son únicos en cues
tión de espectáculos. Fuimos a ver un musical a Broadway y no hay palabras en el mundo para describirlo.

- Que casi cualquier cosa es más barata en Manhattan que en Madrid, y no sólo porque el dólar este peor que el euro. Si un dólar fuese un euro, todo seguiría estando más barato. Desde un sombrero, hasta una hamburguesa. Desde un producto americano como Nike o Levi´s, hasta uno europeo como Armani. Desde un café del Starbucks hasta un zumo de naranja natural. Lo único caro allí para nosotros es Zara.

- Que Times Square es un modelo único en el mundo de Plaza Dinámica. La plaza que lo es todo, excepto una plaza. Es un lugar realmente incómodo, que sorprendentemente se ha convertido en uno de los principales focos de actividad, atracción y dinamismo urbano del mundo. En ella sucede todo lo que es y lo que no es, y es el escenario en miniatura del mundo. La reproducción de la locura del hombre metida en el cruce de unas cuantas calles con otras tantas avenidas. Este pensamiento lo explicaremos y desarrollaremos mejor en un post futuro.


Y por último, que volveremos cuando podamos a visitar Manhattan, esa isla de la que alguien dijo una vez que era la piedra Roseta del siglo XX.

6 comentarios :

Anónimo dijo...

De acuerdo 100%, soy Manhattanista confeso (no tuve oportunidad de salir de "La Isla". Para mi que solo os falta que cuando los norteamericanos cuentan sus ciudades en las películas no están inventándose nada, solo están filmando la cruda realidad.

Anónimo dijo...

Magnifico articulo. Y magnifica envidia la que sufro, hace tiempo que no ovy a NY, pero suscribo punto por punto.
Adoro Nueva york y atesoro esa sensacion de "Deja vu" que tuve la primera vez que estuve. Un sitio que sentia cercano aunque lo pisara por primera vez.

Tengo pendiente volver, aunque esta vez, mi otra pasion me podra, y hare el Tour de "The Soprano's" por Jersey. ^_^

multido dijo...

Muchas gracias.

Sobre lo que comentas del Deja vu que sufres cuando llegas por primera vez a NY, es curioso porque el otro día comentaba con un amigo que es una sensación que tiene mucha gente (arquitectos y no arquitectos) que visita esta ciudad. Es un lugar que ya conoces y que la tienes interiorizada. Esto es algo que pasa muy poquitas veces... y cuando sucede es sorprendente.

Estamos leyendo el Delirious NY y damos gracias al cielo no haberlo leido durante la carrera, ya que creemos que realmente uno solo es capaz de apreciar ciertas cosas cuando te has liberado de muchos prejuicios impuestos y puedes pensar por ti mismo... utilizando tu criterio (sea este mejor o peor) e interiorizando los conceptos para sacar tus propias conclusiones. De momento es un gustazo recorrer sus páginas sobre todo cuando tienes tan reciente la experiencia Manhattanista.

Por cierto, que estuvimos a puntito de hacer el Tour Soprano pero con el frío que hacía no nos hubierámos recuperado ni con un buen trozaco de carne de cerdo del Satriale´s.

Quizá la próxima vez... de momento me conformo con mi camiseta del Bada Bing... que menos es ná.

Un abrazo (Miguel y Chema)

Federico García Barba dijo...

Se les olvidó en la lista de visitas, el maravilloso Chrisler Building, del que ha hecho una maravillosa película Mathew Barney.
Así tienen una razón entre tantas otras para volver.

multido dijo...

@FedericoGarcíaBarba

Lo visitamos y nos impresionó mucho a pesar de que no se puede subir a lo más alto. Esta es la cuarta vez que visitamos la Gran Manzana, pero en este post únicamente hablamos de ciertas cosas, muchas de ellas periféricas a la propia ciudad, que nos llamaron la atención con respecto a otros viajes.

Es una ciudad infinita... a la que esperamos volver en cuanto podamos.

Unknown dijo...

Cada día nos acercábamos hasta Times Square. En esta parte de la ciudad la oferta de teatros es muy amplia y puedes disfrutar de todo tipo de funciones, entre ellas los musicales. Laura es una ferviente seguidora de este género y aprovechaba todas las tardes para ir a ver una obra. Yo, mientras tanto, me permitía visitar algún rincón, o simplemente, me dejaba llevar por mis piernas y caminaba despreocupadamente. Curiosamente, siempre acababa mi recorrido en el mismo sitio, casi sin quererlo.

Times Square es un lugar muy especial. Es el único espacio que he vivido, con la capacidad de concentrar y liberar energía al mismo tiempo. Se trata de un escenario heterogéneo y rebosante de contradicciones, algunas ensambladas, otras dispersas como restos inacabados o sencillamente despreciados. Brota de un cruce anormal, de una superposición traumática entre una calle singular e irregular, Broadway, con su propia directriz, y una trama ortogonal, potente, con una insultante uniformidad generada desde la pura geometría. El choque de estas dos naturalezas libera una energía que se trasporta más allá de la calle, incide en los edificios y por supuesto, fluye hasta las personas.

Un cowboy a pecho descubierto con un taparrabos ajustadísimo, prostitutas, chulos, chorizos, vendedores ambulantes, pitonisas, policías, especuladores, turistas, una comitiva de sacerdotes de la secta Hare Krishna, una pareja de argentinos bailando un tango, taxistas, actores y hasta terroristas... de todas las razas y colores, de todas las edades y épocas, concentrados en un espacio altamente inestable y tensionado.

Aquí, en el corazón de Manhattan, por explosión incontrolada, se libera toda la energía que conforma la vida y todas esas calles, plazas, cruces y rincones de esta ciudad. El rugido de los motores, las sirenas ensordecedoras de los coches de bomberos, los destellos de los infinitos letreros publicitarios, los cánticos de los Hare Krishna, la música de Carlos Gardel que mueve a los bailarines argentinos, los faros de los coches, el humo con fuerte olor a requemado de un carrito con salchichas, los semáforos parpadeantes, la guitarra eléctrica de un cowboy despelotado, la botella que cae al suelo y se descompone en mil pedazos de un borracho desorientado…Times Square es como un gigantesco acelerador de partículas, donde las personas, los vehículos, los edificios…cargados de energía colisionan liberando nuevas entidades, algunas persistentes, otras tan inestables que perecen al instante.

Polos opuestos, de energía positiva y negativa, se atraen peligrosamente para estallar. La belleza, la ambición, la alegría, el gusto por lo auténtico, pero también el odio, la ira, la envidia, el engaño y el sufrimiento chocan sin control y generan “eso” que hace que este lugar sea reconocido por cualquier persona como especial.